miércoles, 11 de enero de 2012

★★★★★


Un hotel funciona las 24 horas.
Cada huésped determina su propio ritmo.
Mientras uno duerme, otro come,
un tercero trabajo, un cuarto llega
y un quinto se va.
A menudo un hotel 
se considera un universo dentro de un microcosmos,
una ciudad dentro de otra.
Los huéspedes trabajan, comen, duermen, celebran reuniones,
acuerdan negocios, socializan, toman una sauna,
pasan su luna de miel, cometen adulterio.
Algunas personas están ahí porque es su deber
y otras porque les apetece.
El hotel puede ser el sustituto del hogar
o el último escape del temor a la rutina hogareña.

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